domingo, 7 de diciembre de 2008

Cura gaucho

[N. del E.: CyF, lunes 14 de abril de 2008]


[Video agregado por mí, JCF. Es la primera de 5 partes. El resto de la entrevista está en youtube]

Durante el conflicto campero de los días pasados, los medios de difusión fueron poco a poco poniendo el ojo en el sur de Entre Ríos, cerca de Gualeguaychú. Tanto fue así que antes, que entrevistar a los “dirigentes” acá en Buenos Aires, o incluso por sobre otros cortes y “piquetes gauchos”, diarios, radios y canales de televisión prefirieron apostar móviles en este lugar a la espera de los discursos y la reacción de la gente.

Las razones son varias. Algún diario porteño recordó palabras de Urquiza en las que se refería a la dificultad de doblegar a los gualeguaychenses. Otros hablaron de una predisposición a la protesta demostrada durante el conflicto con las plantas de celulosa en Fray Bentos (Uruguay).

Pero en Gualeguaychú todos recordaron a un anciano padrecito rural, mezcla de chestertoniano Padre Brown y de Cura Brochero, que ha sido guía y padre espiritual de generaciones de gualeguaychenses de todos los estamentos sociales. Ese personaje no es otro que el presbítero Luis Félix Jeannot Sueyro.

No lo conocía, y unos excelentes amigos entrerrianos, hoy feliz matrimonio, me hablaron por primera vez de él hace tres años. Desde entonces, leí todo lo que cayó en mis manos y escuché todas las anécdotas sobre él que pude.

Hijo de chacareros del sur entrerriano --francés él, gallega ella--, toda su vida vinculada al campo, fundador de puestos sanitarios, escuelas, ermitas y capillas por toda la zona rural entrerriana, miembro honorario de cuanta mutual, asociación, club y cooperativa se formó (y se forma) en esa zona, a sus más de 90 años es llevado y traído por toda la provincia a bendecir, bautizar, decir Misa, casar, confesar… Su poco respeto para la burocracia clerical le ha traído más de un inconveniente, lo mismo que su confesado nacionalismo --reconocido discípulo del Padre Castellani-- y agrarismo --siendo el miembro vivo más antiguo de la Federación Agraria--. Respecto a esto último, recuerda que Esteban Piacenza (presidente de esa institución durante tres décadas) le dio un mandato al que quiere ser fiel: “Usted que es hijo de chacareros no me abandone a la gente de campo”.

Hay una anécdota que cuenta Pedro Barcia (presidente de la Academia Argentina de Letras), en un texto que encontré en Internet y que sintetiza muy bien otras muchas que he escuchado (por ejemplo de ese matrimonio amigo).

Dice Barcia que en la Juventud de Acción Católica trabajaba “para la gente más humilde con un cura fantástico. Todavía vive y fue designado personaje histórico por el Congreso de la Nación. Es el padre Luis Jeannot… Lo acompañábamos en sus viajes a Ceibas, el lugar más abandonado de la provincia… Estaba lleno de gente que escapaba de la justicia. Respetaban mucho al cura, que tenía una autoridad increíble y desplegaba un compromiso social formidable. El obispo le prohibía dar más de dos misas diarias y él daba cinco. Además, era muy simpático. Íbamos por todos lados, casaba a la gente. Lo esperaban arracimados en los ranchos. Concurrían a escucharlo hasta los protestantes de las colonias. Una vez, la lluvia echó a perder por completo la cosecha. Fue la ruina, la desesperación de la gente. Llegamos al lugar en medio de esa angustia. Recuerdo que el padre Jeannot se detuvo ante el silencio de quienes lo rodeaban como si esperaran un milagro y dijo, iniciando la homilía: ‘Frente a ciertas circunstancias de la vida solo hay dos soluciones: el gatillo de un revólver o el pie de un crucifijo.’ Cuando concluyó de hablar, la respuesta fue unánime. Les había inculcado valor y fuerzas para empezar de nuevo.”

En una poesía --el Padre es un buen poeta, dicen los que saben--, hablando de su Gualeguaychú decía:

Cielo de Dios y tierra del Supremo
Con contrapunto de ceibos y de estrellas
¡Quién pudiera juntarlos en abrazos
De santos y de poetas!

Hacía tiempo que venía denunciando: “Vienen grandes empresas, compran millones de hectáreas, unos con el pretexto del etanol, para biocumbustibles, otros para las pasteras, ¡¿y la gente perjudicada?! ¿Y los pequeños productores, y los apicultores, y los horticultores? ¿Y los tamberos? ¿Y toda la gente que vive del pequeño trabajo de la tierra? ¡Todos perjudicados!... ¡No nos perdamos en el desierto verde! Son pocos los que se están beneficiando”. Y no hace mucho recogió un diario local: “¡No nos perdamos en el desierto verde! ¡La invasión de la soja! ¡Miles de hectáreas! Claro que traen grandes beneficios para el gasto público, entonces tenemos un país cada vez más rico, con un pueblo cada vez más pobre. Son pocos los que se están beneficiando y somos muchos los perjudicados. Esa es la situación de este momento”.

Tampoco teme retar a sus queridos chacareros. Dice con referencia lo que significó el puente Zárate Brazo Largo: “No hemos llevado el confort, llevamos algo que se usa mal: su majestad la televisión, que ocupa el lugar del padre o de la madre, que ya no se oyen”.

Para este cura, el trabajo del campo tiene un componente espiritual: “Humildad viene de la palabra humus, suelo. Acercarnos al suelo, a lo más bajo, para levantarnos y levantar al que está caído”. En otro lado, recuerda Barcia lo que les decía el P. Jeannot al visitar enfermos, “el enfermo, gurises, el sufriente, es tierra sagrada”.

Por eso fue una alegría verlo los pasados días subir al escenario junto a la Ruta 14 donde dijo estas sentidas palabras –que resumen como pocos el verdadero significado de este conflicto:

“Como hijo de chacareros y de hombre comprometido con el campo desde hace 65 años, el pedido de estar con ustedes en esta circunstancia es un mandato, aunque en lo físico realmente no me siento bien, quiero decirle que tengo fortaleza para tener izada mi bandera, la de la patria, la de la familia y la de la justicia social del campo…”

“Estamos de pie, queremos que nuestros jóvenes puedan seguir trabajando la tierra de sus mayores. Creemos en una República de hermanos como debe ser la nuestra. Y si alguna vez nos dividimos, quiera el Señor que levantemos la mirada y contemplemos en el cielo celeste y blanco los colores de la patria. Levantemos la mirada, pongamos estos graves problemas de la hora argentina que los hombres y mujeres no saben, no pueden o no quieren resolver, vamos a ponerlos en manos de quien puede y quien tiene más poder que todos los hombres y mujeres de la tierra...

“Una mujer, sin odios ni rencores que vio morir a su hijo entre dos ladrones, perdonando a quienes los crucificaron. Esa mujer es nuestra madre, porque Cristo nos la dio en testamento sublime. Como Belgrano en un momento difícil puso en manos de la Virgen el futuro de la Patria, así también nosotros vamos a encomendarnos a la Virgen de Luján, a la de Itatí en Corrientes, a las que nos está hablando ahora muy cerca de acá en San Nicolás…

“…La única solución que nos queda de aquí en más es que hablen los que deban hablar y que resuelvan lo que deban resolver. Nosotros vamos a pedir que sea la mejor solución, la más justa y la que la gente de campo está aguardando. No estamos solos en este momento difícil de la historia. Con nosotros está Cristo que nos orienta si nos extraviamos, que nos levanta si nos caemos, que nos consuela si nos abatimos...

“Dios los bendiga. ¡Viva la patria y viva el campo argentino!”

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