jueves, 18 de diciembre de 2008

Sobre la paz y la ciudadela

[N. del E.: CyF, domingo, mayo 11, 2008]
Ainsi ai-je longtemps médité sur le sens de la paix. Elle ne vient que des enfants nés, que des moissons faites, que de la maison enfin rangée. Elle vient de l'éternité où rentrent les choses accomplies. Paix des granges pleines, des brebis qui dorment, des linges pliés, paix de la seule perfection, paix de ce qui devient cadeau à Dieu, une fois bien fait.

Car il m'est apparu que l'homme était tout semblable à la citadelle. Il renverse les murs pour s'assurer aux étoiles. Alors commence l'angoisse qui est de n'être point. Qu'il fasse sa vérité de l'odeur du sarment qui grille ou de la brebis quil doit tendre. La vérité se creuse comme un puits. Le regard quand il se disperse perd la vision de Dieu. En sait plus long sur Dieu que l'épouse adultère ouverte aux promesses de la nuit, tel sage qui s'est rassemblé, et ne connaît rien que le peids des laines.

Citadelle, je te construirai dans le cours de l'homme.

-- Antoine de Saint-Exupéry, Citadelle, II.

Imagen del Krak des Chevaliers (Homs, Siria),
construido por los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén a principios del siglo XIII. Sus interiores góticos demuestran la falsedad bastante repetida de que los cruzados no llevaron cultura al Oriente. De hecho, el "krak" es la fortaleza que mejor se conserva de cientos de castillos, fortalezas y ciudadelas construidas en Tierra Santa (algunas de ellos más impresionantes que éste: como los templarios Gastoine de Baghras, Chastel Blanc, Beaufort, Château-Pèlerin y Tauron des Chevaliers).


La voz de Chesterton

[N. del E.: CyF, miércoles 13 de febrero de 2008]

Lindo hallazgo del amigo Ludovico: G.K. Chesterton in Sight & Sound.


La división en la Iglesia

[N. del E.: CyF, miércoles 16 de abril de 2008]

Algunas verdades que, en estos días en que el Santo Padre cumple 81 años, recuerda el amigo Paco Pepe en su excelente bitácora La Cigüeña de la Torre (el subrayado es mío).

  • La Iglesia es una, no varias, y así lo proclamamos en el Credo.

  • Y está edificada sobre la piedra de Pedro. Que es quien tiene, por encargo divino, la misión de apecentar a ovejas y corderos. Quien no lo acepte se separa de la voluntad de Cristo. Y no hace Iglesia, a lo más se construye una iglesia particular que no es la católica.

  • Están los que no creen en lo que la Iglesia cree. Esos no son católicos. Aunque ellos digan que sí.

  • No dividen a la Iglesia quienes señalan o denuncian esas actitudes sino quienes las sostienen. ... No deja de ser curioso que quienes de verdad la rompen [la unidad eclesial] acusen de romperla a quienes se limitan a señalar su ruptura.

  • Lo que es católico lo definen el Papa y los obispos en comunión con él. Nadie más. No un obispo aislado y en contradicción con el magisterio o un teólogo con afanes de notoriedad.


El Nacionalismo argentino, los tópicos y su leyenda negra

[N. del E.: CyF, domingo 12 de octubre de 2008]


El Nacionalismo argentino es, desde hace unos años, azotado por diversos ataques que lo convierten en un tópico de un debate de nunca acabar. Pero de un debate sesgado y parcial. Un debate donde los protagonistas (o sus continuadores) pocas veces tienen la posibilidad de participar o donde, a lo sumo, se los invita cuando ya están “de vuelta” con el único fin de que aporten artillería contra su objeto de estudio.

Más curioso es el hecho de que las acusaciones que se dirigen contra el Nacionalismo argentino suelen ser contradictorias entre ellas mismas.

Así, para algunos, los nacionalistas serían oligarcas desesperados por mantener el régimen conservador; al mismo tiempo que otros hacen burla del buen número de hijos y nietos de inmigrantes en sus filas.

Entre los “estudiosos” del Nacionalismo argentino los hay para quienes éste es una mera copia local de una moda foránea de la década de 1930 (“los fascismos”); mientras que, para otros, el fenómeno fue una nueva forma de salvajismo incivilizado heredero de la Mazorca rosista y las montoneras federales.

Hay quienes consideran el fenómeno nacionalista como “la típica reacción” de la pequeña burguesía frente a las recurrentes crisis del capitalismo y, otros, al mismo tiempo, que lo ven como una manifestación de la desesperación de las clases agro-exportadoras que ven peligrar su posición de privilegio ante el aparición de la burguesía, la avalancha inmigratoria, el crecimiento de las izquierdas y la democratización de la Ley Sáenz Peña.

Y los tópicos contradictorios siguen y siguen hasta el infinito.

Se acusa al Nacionalismo de abrir la puerta al populismo de Perón y, al mismo tiempo, de no comprender el fenómeno social del Peronismo.

Se alega la supuesta violencia de los nacionalistas; pero se considera que “sus” muertos, heridos, presos y detenidos (muchos de ellos simples obreros, empleados, comerciantes, profesores, periodistas o científicos) se lo merecían por cometer alguna clase de crimen ideológico.

Desde algunas posturas más o menos cercanas se reprocha al Nacionalismo supuestamente no haber sabido articularse políticamente (esto es, conformar un partido) y se ignoran las numerosas ilegalizaciones a que fue sometido desde su nacimiento.

Se acusa también a los nacionalistas de no respetar las instituciones, al mismo tiempo que se pretende expulsarlos de cualquier cargo o función estatal que alguno detente—aunque haya sido obtenido de carrera o por concurso—en la Justicia, el Conicet, las Universidades, el Servicio Exterior y un larguísimo etcétera.

Uno de estos tópicos más repetidos alega que los nacionalistas cooperaron en los gobiernos de facto, pero luego si uno revisa las nóminas de funcionarios civiles y militares de estos regímenes, lo que predominan son conservadores, liberales, radicales, democristianos, demo-progresistas y, hasta, peronistas, socialistas y comunistas.

Finalmente, parece que siempre es útil tener a los nacionalistas a mano para acusarlos de lo que sea, desde ser cómplices de las “desapariciones” hasta ayudar con la logística para colocar una bomba en una mutual judía. Parecería que toda la sociedad argentina es fascista; aunque, claro, el nacionalismo, se dice también, es (y fue) minúsculo y marginal.

No importa que los hechos lo desmientan, lo importante es mantener el manto de sospecha sobre el Nacionalismo argentino.


De alpargatas y fenicios

[N. del E.: CyF, domingo 18 de mayo de 2008]
Había una vez un yanqui que visitó la Argentina para asistir a una escuela de polo. Ahí conoció las alpargatas y, con buen ojo para los negocios, se le ocurrió comenzar a fabricarlas y venderlas en su país. Como "gancho" se le ocurrió que por cada par de alpargatas que vendiese, regalaría una a los "niños del tercer mundo" que andan descalzos en sus salvajes países. Así nacieron los TOMS Shoes.

Hoy el jetset de Yanquilandia las viste y publicita en revistas de modas y chimentos. Y la masa de consumidores está dispuesta a pagar hasta 48 dólares (¡!) por un par de alpargatas reforzadas que sólo se distinguen por la marca TOMS en una banderita celeste y blanca.




Cosa'e Mandinga, en este mundo de fenicios, ya no queda nada sagrado...

Por mi lado seguiré usando mis reforzadas marca pirulo que ahora son fashion, aunque mi corazoncito siempre estará con las Rueda negras bigotudas aunque cuando llueva se conviertan en zuecos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

The ultimate purpose of any trip is to get home...

[N. del E.: CyF, domingo 25 de mayo de 2008]

--A mí no me gusta nada de aquí: piedra y viento, hueso y aliento. Tierra, agua, aire, todo parece maldito. Pero es el camino que nos fue trazado.

--Sí, es verdad --dijo Sam--. Y de haber sabido más antes de partir, no estaríamos ahora aquí seguramente. Aunque me imagino que así ocurre a menudo. Las hazañas de que hablan las antiguas leyendas y canciones, señor Frodo: las aventuras, como yo las llamaba. Yo pensaba que los personajes maravillosos de las leyendas salían en busca de aventuras porque querían tenerlas, y les parecían excitantes, y en cambio la vida era un tanto aburrida: una especie de juego, por así decir. Pero con las historias que importaban de veras, o con esas que uno guarda en la memoria, no ocurría lo mismo. Se diría que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que casi siempre ya tenían los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros, tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la aprovecharon. Quizá, pues si la aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque sólo se habla de los que continuaron hasta el fin... y no siempre terminan bien, observe usted; al menos no de ese modo que la gente de la historia, y no la gente de fuera, llama terminar bien. Usted sabe qué quiero decir, volver a casa, y encontrar todo en orden, aunque no exactamente igual que antes... como el viejo señor Bilbo. Pero no son ésas las historias que uno prefiere escuchar, ¡aunque sean las que uno prefiere vivir! Me gustaría saber en qué clase de historia habremos caído.

--A mí también --dijo Frodo--. Pero no lo sé. Y así son las historias de la vida real. Piensa en alguna de las que más te gustan. Tú puedes saber, o adivinar, qué clase de historia es, si tendrá un final feliz o un final triste, pero los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tú no querías que lo supieran.

--[...] Cáspita, pensar... pensar que estamos todavía en la misma historia. ¿Las grandes historias no terminan nunca?

--No, nunca terminan como historias --dijo Frodo--. Pero los protagonistas llegan a ellas, y se van cuando hace cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde... o quizá temprano.

--Y entonces podremos descansar y dormir un poco --dijo Sam. Soltó una risa áspera.-- A eso me refiero, nada más, señor Frodo. A descansar y dormir simple y sencillamente, y a despertarse para el trabajo matutino en el jardín. Temo no esperar otra cosa por el momento. Los planes grandes e importantes no son para los de mi especie. Me pregunto sin embargo si algún día aparecemos en las canciones y en las leyendas. Estamos envueltos en una, por supuesto; pero quiero decir: si la pondrán en palabras para contarla junto al fuego, o para leerla en un libraco con letras rojas y negras, muchos, muchos años después. [...]

O Salutaris Hostia,
Quae coeli pandis ostium,
Bella premunt hostilia,
Da robur fer auxilium.

Uni trinoque Domino,
Sit sempiterna gloria,
Qui vitam sine termino,
Nobis donet in patria.
Amen.



"El mundo diabólico no puede arrodillarse"

[N. del E.: CyF, domingo 22 de junio de 2008]
La cuestión litúrgica está en el corazón de la acción y la enseñanza de Benedicto XVI. Sus intenciones y decisiones en la materia son frecuentes e importantes. Sólo hay que leer los discursos, alocuciones, homilías, motu proprio liberador del 7 de julio de 2007, que son frutos de decisiones e iniciativas personales.

Para Benedicto XVI, la cuestión litúrgica no es simplemente un asunto de "prácticas culturales". Lo que está en juego con la liturgia, es la comprensión de Dios y del mundo, nuestra relación con Cristo y la Iglesia. Hace ya muchos años, en un libro consagrado a la liturgia, aquél que iba a devenir Benedicto XVI la definía como una "relación con Dios" y un anticipo de la vida futura: "La relación con Dios determina todas las relaciones, las de los hombres entre ellos y las de los hombres con el resto de la Creación. La adoración, que nos religa a Dios, es así constitutiva de la existencia humana. Es sobre todo la que permite al hombre pasar su vida cotidiana, participar ahora de alguna manera 'en el cielo', en el mundo de Dios. En este sentido, la liturgia anticipa la vida futura […] y da verdadera envergadura a la vida presente. Sin esta apertura al cielo, nuestra vida no será más que una existencia sepultada y vacía." [1]

Es bajo este espíritu que debemos comprender dos iniciativas del Papa de las semanas pasadas.

En Roma, una parroquia personal (es decir, no limitada a un territorio sino constituida por fieles venidos a título personal) ha sido confiada a la Fraternidad de San Pedro. En una importante entrevista a L’Homme Nouveau [2], el Padre Berg, superior de la FSSP, precisa que esta parroquia se atiene exclusivamente a la forma extraordinaria del rito romano "por voluntad de Benedicto XVI" y la propuesta vino del Cardenal Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma. Se trata de una iglesia situada en el centro de Roma y dedicada a la Santísima Trinidad.

La FSSP dispone de otras parroquias personales en el mundo: seis en los Estados Unidos, dos en Canadá y una en Nigeria. La Santissima Trinità es la primera confirada a la FSSP en Europa. El P. Berg espera que esta decisión de Benedicto XVI "abra la puerta a otros obispos europeos".

Debemos agregar que en Francia existen otras parroquias personales del rito tradicional: la iglesia
Saint-François de Paule en Toulon, erigida en parroquia personal por Monseñor Rey en septiembre de 2005; la iglesia de Saint-Eloi en Bordeaux, erigida en parroquia personal por el Cardenal Ricard en febrero de 2008 y confiada al Instituto del Buen Pastor; sin contar otros casos particulares, tal el caso de "la parroquia personal de la Croix Glorieuse" en Estrasburgo y Colmar, confiada al Padre Gouyaud, aunque no corresponde exactamente al estatuto canónico de parroquia personal.

Unas semanas después del anuncio de una parroquia personal de rito tridentino en Roma, Benedicto XVI ha dado nuevamente el ejemplo cuando celebrando la Misa en la solemnidad del Santísimo Sacramento, en San Juan de Letrán, distribuyó la Comunión a los fieles según el uso tradicional: los fieles debían arrodillarse para recibir el Cuerpo de Cristo en la lengua.

En su homilía, el Papa insistió en el gesto de adoración y de humildad que constituye la Comunión recibida de rodillas: "Adorar la divinidad de Jesucristo, quien, por amor de ha hecho pan, es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y de hoy. Arrodillarse frente a la Eucaristía es una profesión de libertad: quien se inclina ante Jesús no puede ni debe postrarse ante ningún otro poder terrestre, por fuerte que sea. Nosotros, cristianos, no debemos arrodillarnos mas que frente al Santísimo Sacramento, porque sabemos y creemos que allí está verdaderamente presente Dios, aquél que ha creado el mundo y lo ama tanto que dio a su único Hijo por él."

Esta vuelta a una práctica tradicional por parte de Benedicto XVI había sido anunciada de alguna manera por Mons. Malcolm Ranjith, secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Hace unos meses, escribió el prefacio de un libro sobre la Santa Comunión, publicado por la Libreria Editrice Vaticana por un obispo de Asia Central, Mons. Athanasius Schneider. En su prefacio, Mons. Ranjith afirmaba que éstos son tiempos "de revisar y, si fuese necesario, abandonar" la práctica de la Comunión recibida de pie y en la mano. Escribía también el secretario de la Congregación de Culto Divino, "Es cada vez más necesario, ayudar a los fieles a descubrir una fe viva en la presencia real de la Eucaristía". [3]

La Conferencia Episcopal de Francia --que no incluye a todos los obispos de Francia-- reaccionó ante la ceremonia ejemplar, en sentido literal, de San Juan de Letrán. Lo hizo en su boletín de información Infocatho. Torpemente expresado, el rechazo dice: "Lo que es posible en una Misa pontifical, celebrada por el Papa, teniendo siempre a su lado un gran número de sacerdotes dispuestos a asistirlo [...] parece difícil cuando sólo un sacerdote está disponible para dar la Comunión a doscientas o trescientas personas. Canónicamente, es el obispo de la diócesis quien decide actualmente en materia litúrgica."

Al tratar la cuestión sólo desde el punto de vista práctico, el boletín de información de la CEF esquiva la cuestión de fondo. ¿La adoración no es constitutiva de la Comunión? ¿Esta adoración, en espíritu, no debe traducirse, por eso, en el cuerpo? El futuro Benedicto XVI, en el libro arriba citado, consagra un capítulo completo al "cuerpo de la liturgia". Recordaba, en bellas páginas, el sentido teológico de la genuflexión [4]. "Hoy se pretende evitar que nos arrodillemos", escribía el Cardenal Ratzinger. La práctica de la genuflexión no es cultural, ligada a una época. En la religión cristiana, tiene un fundamento teológico. El Cardenal Ratzinger nos remontaba a la epístola a los Filipenses (2, 6-11): "que todos, ante el nombre de Jesús, se arrodillen, desde lo alto de los cielos, sobre la tierra y hasta los infiernos". Cita también a los Padres del Desierto, "la historia de un demonio obligado por Dios a presentarse ante un cierto Padre Apolo; el demonio es muy negro, repelente, de una delgadez espantosa, pero sobre todo no tiene rodillas. El mundo diabólico no pude arrodillarse".

El futuro Benedicto XVI concluía estas páginas incitándonos a volver a la práctica de la genuflexión: "Sé muy bien que la genuflexión es extraña a la cultura moderna --por la simple razón de que esta cultura está alejada de la fe. No reconoce más a Aquél frente a quien la genuflexión es el único gesto necesario. La fe nos enseña a arrodillarnos. De ese modo una liturgia que no conoce más la genuflexión será intrínsecamente enferma. Es necesario volver a aprender a arrodillarnos, reintroducir la genuflexión en todas las partes donde desapareció, para que, por nuestra oración, permanezcamos en comunión con los apóstoles y los mártires, en comunión con el cosmos entero, en unión con Jesucristo."


[1] Cardenal Joseph Ratzinger, L’Esprit de la liturgie, Ad Solem, 2001, p. 18.

[2] L’Homme nouveau, 24 de mayo de 2008.

[3] Prefacio a Mons. Athanasius Schneider, Dominus est: Riflessionni d un vescovo dell’Asia Centrale sulla sacra Communione, Libreria Editrice Vaticana, 2008, p. 8. Cf. Aletheia n° 120, 9 de febrero de 2008.

[4] L’Esprit de la liturgie, op. cit., p. 146-153.


Yves Chiron, "«Le monde diabolique ne peut pas s’agenouiller»", Aletheia, n°126, 2 juin 2008.




Cura gaucho

[N. del E.: CyF, lunes 14 de abril de 2008]


[Video agregado por mí, JCF. Es la primera de 5 partes. El resto de la entrevista está en youtube]

Durante el conflicto campero de los días pasados, los medios de difusión fueron poco a poco poniendo el ojo en el sur de Entre Ríos, cerca de Gualeguaychú. Tanto fue así que antes, que entrevistar a los “dirigentes” acá en Buenos Aires, o incluso por sobre otros cortes y “piquetes gauchos”, diarios, radios y canales de televisión prefirieron apostar móviles en este lugar a la espera de los discursos y la reacción de la gente.

Las razones son varias. Algún diario porteño recordó palabras de Urquiza en las que se refería a la dificultad de doblegar a los gualeguaychenses. Otros hablaron de una predisposición a la protesta demostrada durante el conflicto con las plantas de celulosa en Fray Bentos (Uruguay).

Pero en Gualeguaychú todos recordaron a un anciano padrecito rural, mezcla de chestertoniano Padre Brown y de Cura Brochero, que ha sido guía y padre espiritual de generaciones de gualeguaychenses de todos los estamentos sociales. Ese personaje no es otro que el presbítero Luis Félix Jeannot Sueyro.

No lo conocía, y unos excelentes amigos entrerrianos, hoy feliz matrimonio, me hablaron por primera vez de él hace tres años. Desde entonces, leí todo lo que cayó en mis manos y escuché todas las anécdotas sobre él que pude.

Hijo de chacareros del sur entrerriano --francés él, gallega ella--, toda su vida vinculada al campo, fundador de puestos sanitarios, escuelas, ermitas y capillas por toda la zona rural entrerriana, miembro honorario de cuanta mutual, asociación, club y cooperativa se formó (y se forma) en esa zona, a sus más de 90 años es llevado y traído por toda la provincia a bendecir, bautizar, decir Misa, casar, confesar… Su poco respeto para la burocracia clerical le ha traído más de un inconveniente, lo mismo que su confesado nacionalismo --reconocido discípulo del Padre Castellani-- y agrarismo --siendo el miembro vivo más antiguo de la Federación Agraria--. Respecto a esto último, recuerda que Esteban Piacenza (presidente de esa institución durante tres décadas) le dio un mandato al que quiere ser fiel: “Usted que es hijo de chacareros no me abandone a la gente de campo”.

Hay una anécdota que cuenta Pedro Barcia (presidente de la Academia Argentina de Letras), en un texto que encontré en Internet y que sintetiza muy bien otras muchas que he escuchado (por ejemplo de ese matrimonio amigo).

Dice Barcia que en la Juventud de Acción Católica trabajaba “para la gente más humilde con un cura fantástico. Todavía vive y fue designado personaje histórico por el Congreso de la Nación. Es el padre Luis Jeannot… Lo acompañábamos en sus viajes a Ceibas, el lugar más abandonado de la provincia… Estaba lleno de gente que escapaba de la justicia. Respetaban mucho al cura, que tenía una autoridad increíble y desplegaba un compromiso social formidable. El obispo le prohibía dar más de dos misas diarias y él daba cinco. Además, era muy simpático. Íbamos por todos lados, casaba a la gente. Lo esperaban arracimados en los ranchos. Concurrían a escucharlo hasta los protestantes de las colonias. Una vez, la lluvia echó a perder por completo la cosecha. Fue la ruina, la desesperación de la gente. Llegamos al lugar en medio de esa angustia. Recuerdo que el padre Jeannot se detuvo ante el silencio de quienes lo rodeaban como si esperaran un milagro y dijo, iniciando la homilía: ‘Frente a ciertas circunstancias de la vida solo hay dos soluciones: el gatillo de un revólver o el pie de un crucifijo.’ Cuando concluyó de hablar, la respuesta fue unánime. Les había inculcado valor y fuerzas para empezar de nuevo.”

En una poesía --el Padre es un buen poeta, dicen los que saben--, hablando de su Gualeguaychú decía:

Cielo de Dios y tierra del Supremo
Con contrapunto de ceibos y de estrellas
¡Quién pudiera juntarlos en abrazos
De santos y de poetas!

Hacía tiempo que venía denunciando: “Vienen grandes empresas, compran millones de hectáreas, unos con el pretexto del etanol, para biocumbustibles, otros para las pasteras, ¡¿y la gente perjudicada?! ¿Y los pequeños productores, y los apicultores, y los horticultores? ¿Y los tamberos? ¿Y toda la gente que vive del pequeño trabajo de la tierra? ¡Todos perjudicados!... ¡No nos perdamos en el desierto verde! Son pocos los que se están beneficiando”. Y no hace mucho recogió un diario local: “¡No nos perdamos en el desierto verde! ¡La invasión de la soja! ¡Miles de hectáreas! Claro que traen grandes beneficios para el gasto público, entonces tenemos un país cada vez más rico, con un pueblo cada vez más pobre. Son pocos los que se están beneficiando y somos muchos los perjudicados. Esa es la situación de este momento”.

Tampoco teme retar a sus queridos chacareros. Dice con referencia lo que significó el puente Zárate Brazo Largo: “No hemos llevado el confort, llevamos algo que se usa mal: su majestad la televisión, que ocupa el lugar del padre o de la madre, que ya no se oyen”.

Para este cura, el trabajo del campo tiene un componente espiritual: “Humildad viene de la palabra humus, suelo. Acercarnos al suelo, a lo más bajo, para levantarnos y levantar al que está caído”. En otro lado, recuerda Barcia lo que les decía el P. Jeannot al visitar enfermos, “el enfermo, gurises, el sufriente, es tierra sagrada”.

Por eso fue una alegría verlo los pasados días subir al escenario junto a la Ruta 14 donde dijo estas sentidas palabras –que resumen como pocos el verdadero significado de este conflicto:

“Como hijo de chacareros y de hombre comprometido con el campo desde hace 65 años, el pedido de estar con ustedes en esta circunstancia es un mandato, aunque en lo físico realmente no me siento bien, quiero decirle que tengo fortaleza para tener izada mi bandera, la de la patria, la de la familia y la de la justicia social del campo…”

“Estamos de pie, queremos que nuestros jóvenes puedan seguir trabajando la tierra de sus mayores. Creemos en una República de hermanos como debe ser la nuestra. Y si alguna vez nos dividimos, quiera el Señor que levantemos la mirada y contemplemos en el cielo celeste y blanco los colores de la patria. Levantemos la mirada, pongamos estos graves problemas de la hora argentina que los hombres y mujeres no saben, no pueden o no quieren resolver, vamos a ponerlos en manos de quien puede y quien tiene más poder que todos los hombres y mujeres de la tierra...

“Una mujer, sin odios ni rencores que vio morir a su hijo entre dos ladrones, perdonando a quienes los crucificaron. Esa mujer es nuestra madre, porque Cristo nos la dio en testamento sublime. Como Belgrano en un momento difícil puso en manos de la Virgen el futuro de la Patria, así también nosotros vamos a encomendarnos a la Virgen de Luján, a la de Itatí en Corrientes, a las que nos está hablando ahora muy cerca de acá en San Nicolás…

“…La única solución que nos queda de aquí en más es que hablen los que deban hablar y que resuelvan lo que deban resolver. Nosotros vamos a pedir que sea la mejor solución, la más justa y la que la gente de campo está aguardando. No estamos solos en este momento difícil de la historia. Con nosotros está Cristo que nos orienta si nos extraviamos, que nos levanta si nos caemos, que nos consuela si nos abatimos...

“Dios los bendiga. ¡Viva la patria y viva el campo argentino!”

Usura: Riqueza sin trabajo y por qué importa

[N. del E.: CyF, jueves 9 de octubre de 2008]
John Médaille (*)


Apunte de la conferencia que dictó el pasado 27 de septiembre de 2008 en el American Monetary Institute, en Chicago


El gran problema que tiene un teólogo al discutir la usura es que los economistas lo consideran un término moral y, por lo tanto, lo excluyen del discurso científico. Bajo esta perspectiva, la ética y la economía ocupan reinos ontológicos separados, y entre ambos mundos, no puede haber conexión o comunicación real. Para ellos es la ciencia positiva la que lleva el “discurso maestro”, la verdadera y única descripción de la realidad, mientras que la ética ocupa el mundo sombrío de “lo que debería ser” en vez del mundo real de “lo que es”. La ética y la economía, de acuerdo a cómo las ven los economistas, no pueden encontrarse jamás ni pueden iluminarse la una a la otra. La cuestión, como la ven los economistas, es científica: están felices de llevar puestos el manto de la ciencia “positiva”, y dejar la charla “normativa” a los sacerdotes, chamanes o quien quiera la tarea, en tanto y en cuanto los sacerdotes y los chamanes los dejen tranquilos.


El problema con esta visión es que no es científica. Para ser precisos, la mismísima distinción entre ciencia “normativa” y “positiva” traiciona la comprensión de cualquier actividad científica en general, y el trabajo de los economistas en particular. Para mayor claridad, diremos que la economía es una ciencia humana, dependiente entonces de las otras ciencias humanas por definición; dejar de lado las ciencias humanas es abandonar cualquier posibilidad de ser científico.


En esta presentación intentaremos tres tareas. La primera es explicar la relación entre la ciencia normativa y la positiva, y aniquilar la diferencia entre ellas. La segunda tarea es demostrar la relación entre la ética y la economía, o más precisamente, entre la equidad y el equilibrio. La tercera tarea es demostrar cómo la usura destruye la equidad y, por lo tanto, hace imposible el equilibrio. Pero lo más importante es que intentaré demostrar que no puede haber conflicto real entre el orden moral y el económico; pretender un conflicto tal significa simplemente que hemos comprendido mal lo que es la ética, o lo que es la economía.


Ciencia, normativa y positiva


Algún comediante en algún lugar señaló que los economistas sufren de “envidia de la Física”. Ciertamente uno puede dirigir la acusación con W. S. Jevons (1835-1882), uno de los fundadores de la economía marginalista, cuando escribió que “un sistema de estadísticas perfecto… es el único… obstáculo para hacer de la economía una ciencia exacta”; una vez que se hubiesen reunido las estadísticas, la generalización de leyes a partir de ellas “convertirá a la economía en una ciencia tan exacta como muchos de las ciencias físicas”. (1) Ha pasado más de un siglo desde que Jevons escribiese estas palabras, y en ese tiempo ha ocurrido un enorme crecimiento de burocracias, tanto públicas como privadas, ocupadas únicamente en lograr este “sistema perfecto” de estadísticas. Hoy tenemos acceso no sólo a montones de estadísticas, sino al poder de la computación que era inimaginable en tiempos de Jevons; sin embargo, los modelos, trabajados con gran precisión y computados con máquinas de gran poder, parecen carecer de toda confiabilidad predictiva. (2) A pesar de estos fracasos, la ortodoxia económica se agarra de la mismísima noción de ella misma como ciencia positiva.


Con estos fracasos a la vista, podemos preguntarnos si la economía realmente es una ciencia positiva. Pero permítanme sugerir que la pregunta carece de sentido. Toda ciencia, en tanto sea realmente una ciencia, es tanto positiva como normativa. Toda ciencia, en tanto sea ciencia, deben ser “normalizada” por algún criterio de verdad. Estos criterios surgirán de dos fuentes, internas y externas. Los criterios internos se refieren a la materia y la metodología que son propiamente sujetos de la ciencia. Pero tales criterios internos solos son insuficientes para hacer ciencia de manera científica. Adicionalmente deben existir criterios externos de verdad, y esas verdades sólo pueden venir de otra u otras ciencias superiores. En ausencia de tales contrapesos externos, la ciencia será meramente circular, dependiendo de ninguna otra cosa más que de sí misma y desconectada de la jerarquía de la verdad. Así, por ejemplo, la biología es responsable ante la química, la química ante la física, la física ante la matemática y la metafísica. Ningún biólogo puede violar las leyes de la química, y ningún químico puede alcanzar una conclusión contrariando la física. De este modo, toda ciencia es responsable frente a su propia metodología (y, por lo tanto, “positiva”) y frente a las ciencias superiores (y, por lo tanto, “normativa”). La obligación de un científico de ser fiel a su método propio no lo excusa de su obligación ante verdades más altas.


Es necesario, entonces, determinar cuáles son las ciencias superiores para la economía. Ahora bien, las ciencias físicas culminan en la física, pero las ciencias humanas para algunas visiones de la antropología derivan en último término en la filosofía y la teología, con paradas en el camino en la psicología y la sociología. Parecería ser evidente que una visión completa del hombre es necesaria para estas ciencias, sin embargo esta idea no es aceptada generalmente por los economistas. ¿Cómo es posible que una ciencia humana se aísle ella misma de estas fuentes indispensables de conocimiento sobre los humanos? La respuesta está en el hecho que los economistas neoclásicos y austríacos aceptan como una verdad puramente económica y que es, de hecho, un supuesto puramente filosófico, lo que Jeremy Bentham llamó utilitarismo. En “La acción humana” Mises, por ejemplo, simplemente rebautiza la tesis hedonista de Bentham llamándola Praxeología, y reclama para ella el mismo lugar epistemológico que tienen la lógica y la matemática, “algo incondicionalmente válido para todos los seres equipados con la estructura lógica de la mente humana”. (3) Sin embargo, algunos de nosotros, aferrándonos a nuestras mentes ilógicamente estructuradas, buscamos otra base para la comprensión de las relaciones humanas.


Justicia y Economía


Si lo que hasta ahora dijimos es cierto, entonces la economía dependerá críticamente de ciertos términos que está más allá de los economistas definir. Términos como “libertad” (como en mercados “libres”) o “sociedad” o, incluso, “hombre” son críticos para la economía, pero su precisa definición depende de otras ciencias. Pero sobre todos los otros términos críticos en la economía, el más importante es “justicia”. Esto es porque la economía es la ciencia que estudia las provisiones sociales, aquellas relaciones humanas necesarias para el sostenimiento y la continuación material del orden social. Y la virtud que gobierna todas las relaciones humanas es la justicia, o al menos lo era para Aristóteles y para todos los pensadores escolásticos que lo siguieron en esto.


Para Aristóteles, la justicia no es sólo una parte de la virtud, sino “virtud toda ella, como tampoco la contraria injusticia es parte del vicio, sino un vicio toda ella”. (4) La justicia subraya todas las virtudes y gobierna todas las relaciones de hombre a hombre, entre el hombre y la sociedad, y del hombre consigo mismo. Es dentro de esta relación de hombre a hombre que, dentro de la justicia, Aristóteles ubica a la economía. Presenta un análisis sofisticado que incluye a la función de demanda, la distinción entre valor de uso y valor de cambio, la función del dinero como medio entre el valor y la demanda, y la usura, entre otros temas.


Aristóteles discute la justicia bajo dos formas: la distributiva y la correctiva. La justicia distributiva trata de cómo la sociedad distribuye sus “bienes comunes”. Esto se refiere a los bienes comunes de un estado, una empresa, una sociedad o cualquier otra actividad cooperativa. Para Aristóteles, estas distribuciones son proporcionales a la contribución de cada uno. Sin embargo, las diferentes contribuciones pueden ser valoradas de diferente manera. Por ejemplo, ¿cómo mide uno la contribución relativa a la producción de, digamos, un cuidador y un ingeniero? Para Aristóteles, ésta es una pregunta cultural, “porque los demócratas la identifican con el estado del hombre libre, los defensores de la oligarquía con la riqueza (o con el nacimiento noble), y los defensores de la aristocracia con la excelencia”. (5)


La justicia correctiva (6), por otro lado, trata de “la justicia en el intercambio”; esto es de las transacciones entre los individuos. En este caso, la justicia consiste en intercambiar valores iguales, en “tener un monto igual antes y después de la transacción”. (7) El problema es cómo determinar que valores son iguales al comerciar con productos disímiles, lo que casi siempre sucede. Para usar el ejemplo de Aristóteles, ¿cuántos pares de zapatos equivalen a una casa? La única forma de conocer esto es mediante la “necesidad”, lo que muchos economistas identifican con la función de demanda, a través de la moneda. De ese modo, la demanda de casas y zapatos puede ser comparada al mirar sus precios y ambas pueden ser equiparadas en términos monetarios. La moneda, sin embargo, es una convención social: “es por eso que tiene el nombre moneda (nomisma), porque existe no por naturaleza sino por la ley (nomos)”. (8) Así, el requisito de equidad en el intercambio proviene de la ley natural, pero la forma de implementarlo es legal o convencional.


Es importante notar que la justicia distributiva es una teoría de la producción y la justicia correctiva es una teoría del intercambio, y de ahí que estas dos son partes de una misma teoría completa. Bajo la justicia distributiva, lo que uno obtiene es proporcional a lo que uno da; la riqueza de uno está relacionada al trabajo de uno. El Filósofo nos da el siguiente modelo de una economía: el zapatero obtiene un número de zapatos proporcional a su contribución al proceso de producción, mientras que el carpintero obtiene un cierto número de mesas y sillas. Esto es justicia distributiva. Dado que ninguno de los dos necesita tantos zapatos o sillas, los intercambian entre ellos para corregir este desbalance. Esto es justicia correctiva. Por supuesto, los zapateros y los carpinteros cobran no con zapatos y sillas, sino con dinero. Sin embargo, los principios correctivo y distributivo siguen estando.


Hasta el siglo XV, la unidad en la justifica distributiva y correctiva estaba reconocida tanto implícita como explícitamente; la economía era esencialmente una actividad virtuosa. Sin embargo, en el siglo XVI, a medida que nuevas formas de propiedad y producción comenzaron a imponerse, se desarrolló una visión más individualista de la economía. El marco ético de la economía medieval estuvo bajo fuego, pero hubo muy poco para reemplazarlo. O mejor, lo que buscó reemplazarlo fue un nuevo concepto que predicaba con bastante franqueza que “la codicia es buena”. Esta idea quedó plasmada en la famosa obra de Bernard Mandeville, “La fábula de las abejas: O vicios privados, beneficios públicos” (1724), “donde expuso la aparentemente extraña paradoja de que los vicios más despreciados en el orden moral… resultarían en el mayor bien público”. (9) El lugar de la economía cambió de la virtud al vicio, y de es Mandeville, no Smith, el verdadero fundador de la economía moderna.


En “La riqueza de las naciones”, Adam Smith intenta incluir ambas clases de justicia, pero están desconectadas entre ellas. La “teoría del valor del trabajo” de Smith trata de la producción, y es inherentemente una teoría de la justicia distributiva, dado que la producción es siempre un proceso social. La así llamada teoría de “la mano invisible”, sin embargo, es acerca del intercambio entre individuos, y por eso cae bajo la órbita de la justicia correctiva. Smith nunca pudo unir las dos mitades de la teoría en un todo coherente. Por lo que no nos sorprende que luego de Smith, la teoría económica se bifurque en dos tradiciones opuestas, los teóricos del trabajo y los utilitaristas, cada una atada a una forma distinta de justicia. Ninguno de los dos lados pudo ofrecer una descripción completa de la situación económica, a pesar de lo mucho que lo intentó.


Este impasse fue quebrado por la “revolución marginalista”, a partir de la cual el trabajo y el capital vuelven a ser valorados (en teoría) a su contribución “marginal” a la producción, mientras que los precios de las mercancías fungibles derivan del costo de producción. La magia por la cual la productividad y el precio quedaban equiparadas era la libre oferta. Tanto el trabajador como el capitalista eran libres de aceptar o rechazar cualquier contrato que se les ofreciera. Por este medio, y en el largo plazo, el retorno tanto del capital como del trabajo entre ellos quedaría normalizado, esto es, no habría gran riqueza ni gran pobreza, los precios estarían atados a los costos, y las rentas económicas serían eliminadas. Por lo tanto, la economía podría lograr el equilibrio a través de un sistema puro de intercambios sin recurrir a la justicia distributiva; la justicia contractual (correctiva) sola podría solucionar todos los problemas económicos. Los complicados problemas culturales de la justicia distributiva podrían ser eliminados por completo y la economía, puesta sobre una base matemática, se convertiría así en una “verdadera” ciencia.


Sin embargo, el problema con esta teoría ya había sido señalado por Adam Smith un siglo antes; que los contratos no arbitran la productividad, los contratos arbitran el poder. La mayoría de los trabajadores no podían dejar de trabajar por más de un mes, y muy pocos podían hacerlo por un año. Por otro lado, los “amos” (como Smith los llamó) podían sobrevivir fácilmente durante años gracias a su riqueza sin emplear a un solo obrero. Por lo tanto, el capitalista siempre tendrá una ventaja inherente por sobre el trabajador, y el contrato de trabajo reflejará esta ventaja, a menos que se haga algo para solucionar este desbalance de poder entre ellos. (10) Esto es decir que, a menos que exista alguna institución previa de justicia distributiva, la justicia correctiva será insuficiente para relacionar los salarios con la productividad.


Equidad y equilibrio


Existe un principio simple que debe aplicarse en cualquier teoría económica: para que exista equilibrio económico, lo que uno toma de la economía debe ser equivalente a lo que uno pone en ella. Esto es decir que el trabajo y la riqueza deben ser equivalentes. Bajo tal condición, el problema del equilibrio es trivial; si no están tales condiciones, el equilibrio es imposible. Ahora bien, la equidad no necesita ser perfecta porque el equilibrio no tiene porqué ser perfecto. Sin embargo, si no existe un balance general de oferta y demanda, si no existe una expectativa general de que los mercados puedan ser limpiados a un precio suficiente para cubrir los costos de producción, la economía quedará frenada. Los inversores no invertirán y los salarios serán demasiado bajos como para limpiar los mercados. Por tanto que nos esforcemos, simplemente no podremos librarnos del requisito aristotélico de la justicia distributiva.


La verdad económica más obvia en este mundo es que existe riqueza sin trabajo y que, por lo tanto, debe existir también trabajo sin riqueza. Si alguien obtiene más de lo que da, alguien está dando más de lo que obtiene. Es bastante cierto que ninguna teoría del valor puede arreglar con precisión matemática los valores relativos de dar y recibir. Aún así, pueden hacerse juicios razonables, y toda teoría provee un criterio de juicio, de que las ganancias y los salarios se normalizan mutuamente. Esto significa que si existe un alto grado de inequidad social, entonces alguien debe estar obteniendo más de lo que aporta, y la economía está desbalanceada.


Equilibrio no económico


Pero ninguna sociedad puede tolerar tales condiciones en desequilibrio por mucho tiempo. A falta de un principio de justicia distributiva, debemos recurrir a medios no económicos de balancear la economía. Los medios no económicos más importantes para restaurar el equilibrio son la caridad, la asistencia social y el gasto público, y el crédito de consumo, esto es, la usura. Cada uno de estos métodos transfiere poder de compra de un grupo, que presumiblemente tiene un exceso, a otro que tiene un déficit. El primer método, la caridad, siempre será necesario en algún grado porque ningún sistema económico puede ser perfecto.


El segundo de los medios no económicos es la asistencia social y el gasto público en general. Por este medio, los gobiernos buscan reestablecer las condiciones de equilibrio ya sea mediante la redistribución de ingresos o mediante el incremento del gasto. Y por un buen tiempo, este método funcionó bastante bien. Sin embargo, en este sistema, la justicia distributiva toma la forma de una burocracia redistributiva menos eficiente.


Pero desde hace un tiempo hasta ahora, las redistribuciones del gobierno han resultado insuficientes y la economía depende principalmente del tercer método, la usura o el crédito para consumo. Ésta es la economía plástica, una economía basada en las tarjetas de crédito. Y en tanto una economía dependen del crédito de consumo, es como una casita de cartas, casi literalmente, y será tan inestable como esas estructuras suelen serlo.


Por supuesto que la usura simplemente patea el problema para más adelante, pospone la crisis para un futuro; claramente, usar un dólar prestado que incrementa la demanda actual debe necesariamente bajar la demanda para pagar ese mismo dólar mañana, más el interés. Para ello se requiere pedir prestado más, y eventualmente, el sistema cae por su propio peso, a medida que se extiende el crédito a un consumidor cada vez más debilitado, y de ello resulta una crisis crediticia. La “estabilidad” que confiere a una economía la usura es ilusoria y temporal.


El equilibrio no económico nos da una medida de qué tan bien una economía lo está haciendo en términos económicos. Si la economía tiene una alta dependencia de medios no económicos, podemos asumir que existen serios problemas en esa misma economía.


Usura: Riqueza sin trabajo


Estamos ahora en condiciones de realizar un juicio acerca de la usura. El criterio para este juicio será acerca de si la usura agrega algo a la economía o si, más bien, es un ejemplo de riqueza sin trabajo. Si es lo primero, entonces es una parte integrante del orden económico; si es lo último, entonces destruye el orden económico. Notemos aquí que el juicio moral y el juicio económico son idénticos, de cualquier forma que uno juzgue el caso. No existen dos reinos ontológicos separados, sino una única verdad a la que debe relacionarse toda ciencia. Antes de poder realizar nuestro juicio acerca de la usura, debo hacer algunos comentarios sobre el dinero.


El dinero es algo maravilloso. El dinero dirige la operación de una economía. Puede haber tierra para trabajar, manos para trabajar en ella y herramientas para trabajarla, pero sin dinero, estos factores nunca se encontrarán o lo harán de una manera demasiado primitiva. Pero aunque el dinero es una cosa maravillosa, puede discutirse lo que el dinero es. Para algunos es una mercancía fungible, para otros es una reserva de valor y aún para otros, un mero medio de cambio. Pero sin meternos en estos argumentos, lo que sí podemos decir del dinero es que es un sistema de cuenta.


Si, al cumplir una jornada laboral, agrego, digamos, 100 dólares de inventarios de bienes y servicios disponibles para el público, es importante que obtenga un crédito por 100 dólares, crédito que me da el derecho a tomar igual cantidad de dichos inventarios de bienes y servicios. Este crédito puede ser en monedas de oro, papelitos o bits electrónicos dando vueltas por el ciberespacio. En el último caso, no se requiere moneda de ninguna clase, y puede no existir ninguna necesidad para que convierta esos créditos electrónicos en papelitos o monedas metálicas reales. El dinero computarizado es independiente de cualquier representación física particular. Hago el trabajo de una jornada y mi cuenta suma el crédito de ese trabajo; voy de compras y mi cuenta es debitada. La moneda que llevo conmigo, si es que llevo algo, es simplemente la representación física de los créditos, y al intercambiar los créditos visibles por bienes tangibles, los entrego y en consecuencia debito de mi propia cuenta y acredito en la cuenta de quienquiera que recibe mi dinero.


Una vez que comprendemos la moneda como sistema de cuenta, inmediatamente comprendemos porqué cualquier medio sirve, porqué dibujar palitos también funciona lo mismo (si no mejor) que las monedas de oro: el palito puede dibujarse cuando quiera que sea que se crea un nuevo producto, y tacharse cuando ese bien es vendido, cualquiera sea el período de tiempo que tome pagar el producto. Uno no necesita que la casa de la moneda o el banco le provea formas visibles de los créditos. Tanto los palitos dibujados como los bits electrónicos pueden proveerse virtualmente sin costo. El dinero puede crearse simplemente en el momento de producción de bienes vendibles. Más aún, este sistema de cuenta coincide exactamente con una economía apropiada: el trabajo agrega tanto riqueza tangible (productos y servicios reales), como riqueza contable (dinero) necesario para hacerlos circular.


La pregunta es: ¿la usura agrega un producto vendible a la economía? ¿Es la usura necesaria para la circulación de la riqueza real? Claramente, para producir algo, debemos consumir otras cosas: trabajo, materias primas, herramientas. Estas cosas deben ser retribuidas, y en retribuidas en proporción a lo que contribuyen en la producción. Si, para producir algo, presto algunas de estas cosas, debo pagar al dueño una proporción de lo que es producido. Si pido prestado dinero para pagar por ellas, lo que realmente pido prestado son las mismas cosas, las cosas que valen ese dinero. Para ponerlo en términos concretos, si presto a un granjero una provisión de semillas de maíz para sembrar, tengo el derecho en alguna proporción a la cosecha. Del mismo modo, si le presto el dinero para comprar las semillas, tengo exactamente el mismo derecho; el dinero simplemente “hace las veces de” la semilla de maíz real, y mi derecho es idéntico. En tal caso, no existe usura.


Pero supongamos que no hay cosecha. Supongamos que el viento y el clima se combinan para hacer fracasar la siembra. ¿Qué derecho tengo? Ninguno que yo pueda ver. Como el granjero, tomé un riesgo y como el granjero debo tomar una pérdida; el fracaso de la siembra diluye cualquier derecho. Exigir un pago sería querer tener una participación en aquello que no sucedió. Puedo exigirle que me regrese una propiedad que le presté, si fuese posible, pero no puedo exigirle que comparta una ganancia que no existe.


Más aún, mi derecho se asienta en un supuesto más: en concreto, que yo realmente tengo el dinero que presto al granjero. Sin embargo, si no tengo los fondos, si, por alguna extraña razón, por lo que sea, tengo el poder de prestar lo que no tengo, cualquier pago, sea de capital o interés, sería en verdad algo por nada, sería riqueza sin trabajo. Por supuesto, esto es exactamente lo que sucede con la reserva fraccionaria bancaria: el banco presta dinero que crea de la nada; dinero que no representa un activo tangible y que no requiere del banco la entrega de algún bien real.


Los inversores pueden reclamar una porción del producido, cuando exista ganancia y cuando tengan el dinero que invirtieron. Ninguna sociedad puede avanzar económicamente sin una inversión como esa, y dado que el capital representa “trabajo acumulado”, negar tal retorno del capital sería negar la retribución del trabajo que representa. Pero exigir una ganancia donde no la hay, o exigir más de lo que se ha producido, o exigir algo cuando nada se prestó en realidad, es garantizar que la economía sea siempre inequitativa e inestable. Economías como esa constantemente se refugian en las intervenciones del gobierno para rebalancear sus cuentas, y deben sufrir recurrentes períodos de contracción que ningún gobierno puede remediar.


Ciencia y religión


La mayoría de las tradiciones religiosas rechazan la noción de la usura. Pero los ídolos de la Ilustración, como Bentham, rechazan esta enseñanza, principalmente porque era una enseñanza religiosa. Pero al hacerlo, incluyeron en sus sistemas la misma fuente de renta económica—el término formal para “riqueza sin trabajo”—que hace el equilibrio económicamente imposible. De allí que, a pesar de sus mejores intenciones, deban sufrir la continua expansión del poder gubernamental sobre una economía cada vez más inestable, una expansión que debe continuar hasta que colapse. Y en el lugar de una ciencia real, tenemos sólo una serie de ideologías contrapuestas disfrazadas como verdades económicas. Al declarar su independencia respecto a la jerarquía de la verdad, la economía se ha declarado independiente de la misma ciencia y se ha esclavizado a la ideología. Sólo sujetándose a las fuentes de la verdad puede la economía reclamar para sí misma el nombre de “ciencia”, y sólo entonces podrá ser una guía adecuada para aquéllos que busquen un mejor papel para el gobierno, por un lado, y una mejor distribución de la riqueza por el otro.


Los estudiosos de la justicia social tienen un dicho: “Si quieres la paz, debes trabajar por la justicia”. El equivalente económico sería: “Si quiere el equilibrio, debes trabajar por la equidad”, porque el equilibrio es la paz económica y la equidad es la justicia económica, y nunca verás una sin la otra.


(1) Citado en James E. Alvey, “A Short History of Economics as a Moral Science”, Journal of Markets and Morality 2, Nº 1 (Primavera de 1999): pág. 62.

(2) Paul Ormerod, The Death of Economics (Nueva York: John Wiley & Sons, Inc., 1994), páginas 120-7.

(3) Ludwig von Mises, Human Action: A Treatise on Economics, 4ª edición en inglés revisada (San Francisco: Fox & Wilkes, 1963), p. 57.

(4) Aristételes, Ética Nicomaquea, edición en inglés de Richard McKeon, traducción al inglés de W. D. Ross, para la serie “Introduction to Aristotle” (Nueva York: Modern Library, 1947), n. 1139a, 10.

(5) Ibid., n. 1131a, 25-29.

(6) Durante la Edad Media, el término justicia “correctiva” se tradujo mal como justicia “conmutativa”. La palabra usada por Aristóteles es diórthotikós, “correctiva” (LSJ). Aunque el término “conmutativa” se ha hecho más común, usaremos el término “correctiva” por estar más cerca del sentido original de Aristóteles.

(7) Aristóteles, Ética, n. 1132b, 19-21.

(8) Ibid., n. 1131a, 25-31.

(9) Hunt, History of Economic Thought, p. 33.

(10) Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (Amherst, Estado de Nueva York: Prometheus Books, 1991), p. 70.


*John C. Médaille es padre de cinco y vive en Tyler (Estado de Texas, Estados Unidos). Actualmente reparte su tiempo como agente de bienes raíces para el norte del Estado y profesor de Teología en la Universidad de Dallas. Antes de independizarse, trabajó durante más de 20 años en posiciones gerenciales de grandes corporaciones. Además, durante cinco períodos consecutivos fue consejal de la Ciudad de Irving (Texas) y alcalde interino en 1991. Autor de “The Vocation of Business: Social Justice in the Marketplace” (New York / London: Continuum, 2007), enseña Justicia Social para los Estudiantes de Negocios en su Universidad. Próximamente publicaráEquity and Equilibrium: The Political Economy of Distributism”.

Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

"Sin embargo, algunos de nosotros, aferrándonos a nuestras mentes ilógicamente estructuradas, buscamos otra base para la comprensión de las relaciones humanas."

Causa gracia realmente "intentar" criticar a Von Mises de esta manera... (contrariando a la lógica!).

Realmente, no me extraña el desprecio y el desconocimiento de la economía (que es una ciencia positiva, en el sentido que no formula juicios de valor) encubierto de doctrinas morales (y hasta teológicas).

La Iglesia Católica (y muchos religiosos) siempre se sostuvieron mediante la mendicidad (y de ahí lo de órdenes 'mendicantes'), y en general viviendo de diezmos y a costillas de terceros; por lo que no debe resultar llamativa su enfática condena de la "usura".

Saludos,
"Aristételes"

5:09 PM
Blogger Cruz y Fierro said...

Aristételes: Lo que causa gracia es su falta completa del sentido de la ironía.

Nadie desprecia nada, excepto quizás los comentaristas que no entienden nada. ¿Usted leyó algo de lo que pretende comentar? ¿Dónde está la teología?

¿No será que Vd. desconoce por completo la crítica al positivismo económico en Lionel Robbins, Karl Polanyi, Wilhelm Röpke, E.F. Schumacher, Frank Knight, Herbert Simon, entre muchos otros?

Da pena su desconocimiento completo de lo que es (y fue) la Iglesia Católica. Tanto vivía de la costilla ajena que todos los gobiernos revolucionarios lo primero que hicieron fue expropiarla y repartirse los despojos.

Es de risa, por último, su creencia de que las órdenes mendicantes vienen de mendicidad. No vale la pena ni darle referencias para que lea y se instruya un poquito.

5:33 PM
Blogger Cruz y Fierro said...

Aristételes: Mientras siga insultando, no voy a publicar sus comentarios. En cuanto se civilice, vemos.

2:32 AM

sábado, 6 de diciembre de 2008

Discusiones conservadoras: paleos, neos, trads... "crunchies"

[N. del E.: CyF, viernes 7 de abril de 2006]
Desde hace unos meses está teniendo lugar un verdadero torbellino en el mundo “conservador” estadounidense.

En apariencia, el aleteo de mariposa que comenzó todo fue un libro con el larguísimo título “Crunchy Cons: How Birkenstocked Burkeans, gun-loving organic gardeners, evangelical free-range farmers, hip homeschooling mamas, right-wing nature lovers, and their diverse tribe of countercultural conservatives plan to save America (or at least the Republican Party)” de un tal Rod Dreher. Sin embargo, los orígenes se perfilan desde hace una década con el fortalecimiento de dos grupos antagónicos dentro (o alrededor) del Partido Republicano: la derecha liberal (en sus versiones “libertaria” [el equivalente a nuestros neo-liberales] y “neo-con”) frente a un grupo indefinido de paleo-conservadores y neo-tradicionalistas que Dreher llama “crunchy-cons” (conservadores crujientes).

Los “crunchies” pueden resumir sus ideas en los siguientes puntos: No les gusta la corriente principal del conservadorismo estadounidense (y, menos aún, del Partido Republicano... y, muchísimo menos, el gobierno del G.W. Bush). Lo principal del conservadorismo tradicional es la cultura, no el dinero o el poder. Las grandes corporaciones merecen la misma mirada escéptica que el gran gobierno. Un verdadero conservadorismo debe preocuparse por la naturaleza y el medioambiente. Lo pequeño, lo local, lo viejo y lo particular son mejores que lo grande, lo global, lo nuevo y lo abstracto. La belleza es más importante que la eficiencia. La corrupción cultural es mucho más peligrosa para Occidente que el Islam. La familia es la institución esencial de la nación.

El sitio en internet de la revista “National Review” otorgó a Dreher un espacio para un “blog” que hoy ya se ha convertido en un verdadero y participadísimo foro de “crunchy cons”. Discusión que se ha multiplicado en casi todos los “blogs” y foros de conservadores y tradicionalistas que están en desacuerdo con alguna u otra política de Bush. Una búsqueda en Google de “crunchy cons” y “crunchy con” arroja más de 130 mil resultados.

En las discusiones se ha hablado de todo. Desde Chesterton hasta Russell Kirk, pasando por Belloc, Christopher Dawson, los agrarios sureños, E.F. Schumacher, Alisdair McIntyre, entre los más conocidos en nuestro medio. También sobre política, historia, arte, música, tradiciones y costumbres.

En una de las últimas intervenciones, Rod Dreher –un esquisito instigador de más y más discusiones—disparó la siguiente pregunta: “Si los conservadores tradicionalistas/crujientes tomaran la opción de San Benito hoy, ¿cómo sería ello? ¿Hacer eso significaría abandonar la cultura a su desesperación... o significaría retirarse hacia una frontera pasible de ser defendida?” Toda la discusión que sigue es recomendable.

Y creo que tiene muchísimo que ver con los últimos temas tratados en este “blog”.


Algunas ideas que ya no se escuchan

[N. del E.: CyF, miércoles 28 de septiembre de 2005]
“Los hombres deben poseer ciertos derechos personales, y ciertos derechos comunes, de acuerdo a su organización social, lo cual es deber del gobierno reconocer. Estos derechos son parte de la constitución nacional. Codificada o no, la real constitución de un país es lo que es tradicional, permanente y esencial a los principios de sus instituciones políticas. Es un producto histórico; la suma total de las soluciones encontradas al eterno problema de reconciliar la autoridad con el deseo de libertad.
“En el pasado, este problema era menos agudo, dado que los hombres tenían una concepción diferente de la libertad. Para nosotros hoy la libertad es individualista y significa la ausencia de restricciones; para ellos antes, dado que eran mas verdaderamente cristianos, era social, y significaba el libre juego de las instituciones para asegurar la justicia social, que es decir, una distribución equitativa de las cargas y los privilegios de la sociedad.
“La verdadera base de tales instituciones es la asociación de hombres de acuerdo con sus funciones. Solo así se desarrolla el verdadero sentido de solidaridad. Para ser genuino, un sistema representativo debe dar lugar a todas las colectividades sociales. Tanto el régimen feudal como el corporativo eran organizaciones de hombres de este tipo, no de acuerdo a las clases, sino de acuerdo a las funciones.
“Un cuerpo político debería representar, no individuos, sino cuerpos sociales, elementos orgánicos, tales como obispados, feudos, ciudades, comunas y corporaciones. Cuando las leyes son elaboradas, es solo de tales cuerpos así organizados que uno puede esperar competencia, independencia y prudencia. Cuando las clases y los intereses están representados se produce una corriente constante, y no ocurren movimientos violentos, pero cuando los parlamentes se basan en el sufragio universal inorgánico, solo la opinión se ve representada, y todo es efímero –es una mera demagogia. [...]
“Nunca ha habido castas cerradas en los países cristianos, sino solo clases. Estas siempre existirán, ya que toda sociedad desarrolla una aristocracia, que representa a su civilización. Si la sociedad no quiere ser un caos, a una selección natural de familias por herencia debe permitírsele tener lugar. La posesión hereditaria de la tierra es la verdadera fuente de distinción y autoridad; solo ella puede generar una nobleza genuina.
“Cuando un parlamento representa fuerzas permanentes, como lo hace en países como Inglaterra (donde el absolutismo del Antiguo Regimen no penetró), cuando una nobleza constituye una verdadera Cámara de los Lores, esto es, que aquellos que poseen grandes feudos, y que representan familias que siempre han compartido la soberanía, el resultado es bueno. Pero en Francia la nobleza dejó durante el Antiguo Regimen de ser un orden político para convertirse en una mera clase social. Esta fue una de las razones por las cuales la Restauración tuvo tanta dificultad en reconstruir un sistema representativo.
“Adicionalmente a la nobleza, que ya representa a la clase de los terratenientes y a la profesión de los soldados, existen tres tipos de intereses que deberían estar representados. Ellos son (1) los contribuyentes, (2) los cuerpos constitutivos del Estados y (3) las organizaciones profesionales. Con respecto a la primera categoría, la familia debe ser la unidad primordial de representación, ya que se trata de una sociedad. Cada jefe de familia debe tener el derecho a seleccionar a los mandatarios que consentirán sobre los impuestos. Las viudas y las mujeres solteras deben aquí tener igual participación que los padres, ya que representan una familia. Los colegios electorales podrían estar conformados con estos jefes de familia. deberían ser divididos en tres clases, de acuerdo con el monto de los impuestos que pagan, y la carga debería ser distribuida igualmente entre estos tres grupos.
“Con respecto a la segunda categoría, las iglesias, universidades y cuerpos legales, así como las corporaciones profesionales, deben tener representación. Sin embargo, no puede ser regulada como en el caso de los contribuyentes; debe basarse en el principio de jerarquía que es la mismísima estructura de estos cuerpos.
“Lo más importante de todo es la representación profesional. El régimen corporativo debe introducirse en todas las ocupaciones, y convertirse en la base de la vida económica, social y política. Todas las ocupaciones generan derechos e intereses comunes, y las asociaciones que surjan de los mismos deberían organizarse y erigirse como unidades políticas y no solo económicas.
“Los representantes de los contribuyentes constituirían los órganos administrativos, que serian autónomos en las comunas, y en el Estado ejercería en control sobre el uso de los dineros públicos, a través de una cámara de diputados, que votaría el presupuesto. Sin embargo, el presupuesto normalmente debería ser votado a futuro por un cierto numero de años, a menos que deba atenderse a algún gasto inusual.
“Debería existir otra cámara, formada por los representantes de los cuerpos sociales, que tendrían el derecho a ser consultado sobre todas las materias técnicas y económicas. Esto aseguraría un equilibrio entre la opinión del momento, representada por los delegados de los contribuyentes, y el interés permanente del país, representado por los delegados de los cuerpos organizados. El consenso de ambas cámaras seria necesario para medidas que les concernieran a ambos.
“Sin embargo, las cámaras no deben tener una autoridad suprema, ni en la legislación ni en la administración. Es el rey con su consejo quien gobierna, y los Estados [legislaturas], provinciales o generales, solo tienen derechos de consentimiento y control. No deberán reunirse en forma permanente, ni ser convocados con regularidad, lo que llevarían a una soberanía dividida, y una lucha perpetua. [...]
“El régimen corporativo no es socialista; admite que las inigualdades de la condición social deben respetarse. Su base es el hecho de que el trabajo y el capital son mutuamente dependientes. Su principio es la admisión de un derecho y un deber para cada miembro de la asociación, y de deberes recíprocos entre la asociación y el Estado. La corporación es , como la comuna, un estado dentro del Estado, una institución social, con un lugar fijo en la comunidad, y obligación en ella.
“En la Edad Media la tierra era para el campesino y la herramienta para el trabajador. Hoy el trabajador no tiene derechos reales, ni la garantía de un trabajo fijo, ni un mañana seguro. El socialismo, por el contrario, no da derechos al capital. El régimen corporativo da derechos a ambos.
“Una corporación debe incluir a todos los involucrados en una industria dada, cualquiera sea su capacidad, ya que son todos interdependientes, y el salario o la ganancia de cada cual, de acuerdo a su lugar, dependerá de la ganancia de la industria.
“Las funciones fundamentales de una corporación son: primero, la formación de un patrimonio corporativo, esto es un fondo de seguro, que será agrandado en parte por la ganancia del capital y en parte por el salario del trabajo, y servirá tanto como una protección de los trabajadores en la vejez o la enfermedad y como una reserva para la misma industria que le permita sobrevivir en tiempos difíciles; y segundo, la verificación de la capacidad profesional, tanto de los trabajadores como de los directores, y la supervisión de la calidad de la producción. Esto limitara, pero no eliminara, la competencia y el acceso al comercio y las profesiones. Protegerá al publico y salvaguardara la destreza que es el capital del trabajador. Una tercera función será la representación de cada elemento en el gobierno corporativo. Esto permitirá arreglar las disputas de salarios y condiciones laborales a quienes en realidad tienen una interese en la industria y en la cuestión, tanto como trabajador como capitalistas.
“La tierra, como las herramientas de la industria, debe proveer los medios de subsistencia para aquellos que la cultivan. Pertenece al pobre tanto como al rico. La sociedad tiene derechos sobre ella, y el individuo solo la tenencia.
“En cada caso, los deberes, no los derechos de propiedad, de los propietarios deben remarcarse. La propiedad es la base de la sociedad solo si es razonablemente accesible a todos. Para que las masas se hagan conservadoras debe proveérseles participación en la comunidad. El liberalismo destruyó las viejas corporaciones, en las cuales todos tenían algún interés, y la libre competencia bajó el nivel de vida, y no respeto las necesidades de la vida familiar. El Estado existe solo para proteger a la sociedad, y si la miseria se hace tan grande que un gran número de sus miembros no quiere que la sociedad sea preservada, el Estado no podrá actuar.
“Todas las asociaciones profesionales deberían enviar representantes a un cuerpo que tendría su lugar de reunión en la ciudad principal del arrondissement. Estos a su vez enviarían representantes a las cámaras provinciales. Agricultores e industriales, productores y minoristas, profesiones liberales, todos poseerían una cámara provincial, y estas cámaras se podrían unir, cuando sea necesario, para discutir sus comunes intereses. Entonces formarían un cuerpo similar a los viejos Estados Provinciales. Estas cámaras deberían ser presididas por un funcionario permanente, un emisario del poder central, y debería existir un funcionario central en cada provincia para permitir al gobierno estar en contacto con las corporaciones locales. [...]
“... La Iglesia tenia antes el derecho a su ministerio, el de enseñar y el de administrar justicia cuando sus intereses o los de sus miembros se vieran involucrados. Hoy solo queda el primero de estos, ya que el poder judicial de la Iglesia ha desaparecido, y su derecho de enseñar es fuertemente cuestionado. Tanto la idea de que la religión es un asunto privado, y la creencia de que la Iglesia debería ser puesta bajo el control del Estados son errores.
“El hombre es un ser religioso, y el orden social siempre se ha correspondido en mayor o menor medida con su idea religiosa. La sociedad religiosa es la mejor sociedad, y sus preceptos deben ser puestos en practica. No debe permitirse ningún ataque a la misma. Todo lo que no sea cristiano en el espíritu y en los hábitos de la sociedad debe ser prohibido. Los disidentes deben ser tolerados, pero deben tratarse, no como miembros de la comunidad, sino como extraños.”
--René de La Tour du Pin (1834-1924)

Comentarios:
Blogger Gaeren said...

Bueno, el prójimo tiene tendencia a ser solo cristiano ahí, pero me estoy quedando solo con el final.

No me queda claro a qué está el artículo.

Decir que en la edad media las cosas estaban mejor organizadas que ahora ¿es desconocer las espectativas de vida? ¿los errores por información deficiente? ¿la forma en que se aplicaba la justicia?. A mí no me hubiera gustado vivir en esa época. Aunque hoy, no me gustaría vivir en Ruanda, tampoco.

El sistema corporativista, como todos, tiene el problema de que lo implementan seres humanos. Pero más allá de la broma, es un sistema que históricamente (aunque puede que no teóricamente) propició organizaciones cuyos cuadros dirigentes no tenían una responsabilidad clara frente a los asociados (¿quién podía controlarlos?) ni tampoco propiciaba el crecimiento de sus miembros, en cantidad y calidad. Sino que los sometía a unas leyes de ¨oferta y demanda¨ sobre la instrucción que desconocía su propio ¨mercado¨.

Bueno, me estoy extendiendo demasiado.

Hasta luego.

4:50 PM
Blogger Cruz y Fierro said...

Marina: Gracias por tus comentarios. No se bien a que te referis. Una cosa es la "organizacion" y otra muy distinta las "espectativas de vida", la "informacion", la "aplicacion de la justicia".

El sistema corporativista era mucho mas complejo de como te la contaron. Tambien tuvo su corrupcion (el famoso monopolio), pero eso fue en el siglo XVIII, y la situacion posterior a su disolucion en que quedaron los "proletarios" fue muchisimo peor (solo tenes que leer a un revolucionario como Talleyrand o un liberal como Tocqueville).

En algun momento voy a colgar algo sobre las Artes (= los gremios) venecianos. A ver si la democracia organica te parece peor que la democracia atomista actual.

6:00 PM
Blogger Gaeren said...

Bueno, sigo amontonando literatura para los ratos de ocio :-)

Mmh...las cosas son distintas, pero están interrelacionadas (no vienen en compartimientos estancos).

De todas maneras, te hago caso, y sigo leyendo.

Cuales, según vos, son autores que profundicen el tema del corporativismo? Tengo el tema de historias medias varias de la facultad, pero ningún autor específico del tema (ninguno que se tome más tres páginas, como no sea para profundizar en un gremio en particular).

Hasta luego

10:10 AM
Blogger Cruz y Fierro said...

Existen muchos libros sobre la organizacion corporativa de la sociedad medieval. No me viene ahora ninguno a la mente, pero es bien sabido que todo en ella se agrupaba en corporaciones, gremios o guildas desde la nobleza hasta las ordenes religiosas, pasando por las ciudades, los artesanos, los mercaderes, las universidades y los campesinos libres.

Si bien con muchisimo menos poderio que el que supo tener, el sistema corporativo se conserva parcialmente en el mundo anglosajon, y nuestros colegios y consejos profesionales funcionan de manera similar.

En cuanto a la restauracion de un regimen corporativo politico-social como el propugnado por los papas y muchos teoricos sociales desde comienzos del siglo XIX hasta mediados del s. XX, hay muchisimos autores con diversas perspectivas. A favor del corporativismo hablaron autores que no tenian nada que ver con el catolicismo como un Louis Blanc, un Proudhomme, un Owens en el siglo XIX. En el bando catolico son numerosisimos los escritos, desde el citado La Tour du Pin, su amigo Albert de Mun, su maestro Frederic Le Play en una escuela; alemanes como Mons. Ketteler, los PP. Kolping, Messner, von Nell-Breuning; espanioles como Vazquez Mella, Elias de Tejada o Jose Antonio; argentinos como Hector Bernardo, los PP. Castellani y Meinvielle, etc., etc.

12:21 PM
Blogger Gaeren said...

Perfecto, anoto y seguiré opinando luego. Hasta ahora al único que leí (googleando) que hace un análisis más o menos integral, sin perder la especificidad, es un tal Simon Schwartzman.

(Aunque con la mezcolanza que me hiciste bien podrías haber puesto a Perón :-D)

Saludos